RAMON LUNA
Lo que está sucediendo en Venezuela se veía venir, era un secreto a voces, un hecho que en Latinoamérica se repite una y otra vez.
Dentro de poco, Nicaragua será otro capítulo de esta teletragedia. En el Salvador tendremos que esperar, al Hugo Chávez salvadoreño le queda cuerda para ratos.
A los pueblos, como a algunos adolescentes, un día les da por joderse y joden hasta que se joden. Es bíblico, 1 Samuel 8:1-22.
El Chavismo, el Comunismo Cubano, Daniel Ortega y lo que viene en camino son hechuras de sus ciudadanos. Ahora en Venezuela toca defender como hombres, lo que refrendaron pila de estúpidos. No imaginó el elenco de \»Por estas calles\», que los capítulos de la telenovela serían un cuento de hadas en comparación con el infierno que han vivido los venezolanos durante los últimos 25 años.
Desde que empezó a descalabrarse el cuento de Hugo Chávez, un evidente canto de sirena, de Venezuela han salido 7,7 millones de venezolanos. De hecho, a pesar de sus infinitas reservas de petróleo, en el país suramericano sale más barato limpiarse el trasero con dinero que con papel de baño.
De momento, los dominicanos no tenemos que preocuparnos. Llevamos 30 años con procesos electorales estables y la democracia, con sus altas y bajas, se sigue fortaleciendo.
Domínguez, Trujillo por conveniencia, y Roque Espaillat son cosas del pasado. Duraron menos que una cucaracha en un gallinero. Nunca mejor dicho: \»Fueron por lana y salieron trasquilaos\»
El comunicado del expresidente Leonel Antonio Fernández Reyna, quien no deja pasar ocasión para sacar tajadas y no lograr saciar su afán de protagonismo, es vergonzoso e inexplicable en un hombre a quien suponemos más luces que a Timbeque 1. Como siempre, en su complejo de presidente vitalicio, faltó el respeto al gobierno y al pueblo dominicano.
Quién carajo le dijo al Doctor Fernández que se abrogara la potesta de pasar por encima de la estrategia diplómatica del estado dominicano?
Hace bien el presidente Luís Rodolfo Abinader Corona, como jefe de la diplomacia del país, colocándose al lado del pueblo venezolano. Es una decisión prudente y a la altura de las circunstancias.
Es mi más sincero deseo, que esta experiencia le arrebate a una buena parte del pueblo venezolano y al resto de Latinoamérica esa condición casi genética de quipe: no cogemos cabeza.